viernes, 2 de septiembre de 2005

Se estrena hoy...

... por lo menos en Madrid, la, para mí desconocida, película Un año en la luna del, para mí también desconocido, director Antonio Gárate. Me pregunto si cuando el señor Gárate reclama en el videochat del Diario de Navarra más subvenciones para el cine español (a la manera de Francia) para su defensa frente a la poderosa industria estadounidense ("la segunda industria nacional sólo detrás de la producción armamentística ¡fíjate cómo son de malos!") como se defenderían obras pictóricas frente al demoledora acción del tiempo, se habrá detenido suficientemente a pensar lo siguiente:

Gárate se ha referido concretamente a la pintura contemporánea respecto a la cual, es cierto, el gobierno realizó en su día un enorme esfuerzo (económico también) conducente a la adquisición nada menos que de la colección Thyssen-Bornemisza, que se encuentra actualmente expuesta en Madrid en el museo del mismo nombre. En lo que no sé si habrá caído en la cuenta Gárate es en que fue un particular alemán (el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, por muy casado con una ex-Miss España que estuviera) quien cedió una colección de cuadros pintados en su mayoría por autores no españoles ¿En qué lugar deja esto la justificación de la petición a un gobierno de apoyo a una película por razón de la nacionalidad de su producción o su autoría frente a otras que, para más inri, no cuentan con el apoyo del suyo respectivo? En que es ¿qué? ¿un hecho cultural? ¿Qué me está contando? ¿Y las películas americanas no lo son? ¿Y que los españoles vayan al cine a ver mayoritarimente películas estadounidenses no es otro hecho cultural? ¿Por qué no se conceden desde España subvenciones al cine estadounidenese con el que parece ser que los españoles se identifican más, culturalmente?


Para el caso de la anteriormente citada colección pictórica, las razones habría que buscarlas en terrenos que, al menos yo, encuentro bastante más resbaladizos como habrían sido criterios económico-artísticos, según los cuales, el esfuerzo hubiera estado justificado (*). Tampoco se ajustarían estos últimos criterios demasiado a la reivindicación de Gárate dado que, al ser los autores de los cuadros de la colección Thyssen-Bornemisza artistas todos reconocidos (pese a ser muchos de ellos también contemporáneos) serían también susceptibles, por tanto, de ser englobados en la categoría a la que se refería como "los mismos de siempre".


Gárate con León de Aranoa ha decidido contar (y me parece cojonudo) "historias de aquí y ahora que el cine americano no va a contar". ¿Pero por qué se supone que debe pagar nadie por eso más que el precio que cuesta una entrada de cine si es que le interesa ir a verlas?
Gárate afirma de su película: "Te vas a identificar con ella. No te vas a encontrar una historia ramplona sino una historia que habla de ti. Un debate entre la aventura amorosa y el amor que ata, con una realización diferente a la que estás acostumbrado en el cine español. El paisaje de "Un año en la luna" es la piel de los actores, y la película, cuando termines de verla, te va a reconfortar tanto como la mejor infusión de té". Y yo me pregunto ¿Qué le hace pensar que la gente no prefiere ir a ver Sin City (o, si no, esta otra Sin City) y tomarse después un poleo-menta? Si Gárate estuviera en lo cierto, habría una afluencia masiva a las salas en que su película se proyectara, haría una recaudación de la hostia, tendría menos problemas con "la posproducción y la promoción" de su siguiente película y no tendría que ir por ahí mendigando dinero para "encontrar la ventana para enseñarla al mundo (la película)".

(*) Dejo para mejor ocasión una posible disquisición sobre arte e inversiones.


P.D.: no quisiera que se interpretara esta entrada como una crítica personal a Antonio Gárate al que, como ya he anunciado, desconozco (también como director) y cuya nueva película tenía intención de ir a ver esta misma tarde. He querido más bien dejar una exposición sucinta de mi postura respecto a las subvenciones a películas por parte del estado. La putada es que se me ha hecho tarde para ir al cine. Mañana sin falta voy a verla, te lo prometo Antonio.

2 comentarios:

Ángel dijo...

Mi prengunta vendría a ser: si una manifestación cultural es "interesante" ¿por qué motivo no iba a encontrar medios (no públicos) para salir adelante (como sería el caso de las obras que componen la colección Thyssen antes de su donación al estado español)? ¿No reside precisamente en el valor que la gente le de a algo la esencia de su interés? Creo que me explico ¿no? Si la gente no da un duro por algo ¿Qué coño de interés tiene?

Ángel dijo...

Yo no he hablado de rentabilidad económica. Para promover fines de interés general sin ánimo de lucro existen las fundaciones. Para conservar el silbo gomero lo principal es que haya gente dispuesta a silbar ¿No puede esta gente crear una fundación? Si realmente se trata de un fin de interés general, no faltarán particulares que colaboren con ella para aprender a silbar o simplemente para oír como silban otros y no habrá que obligar a nadie a gastarse la pasta en cosas que no le interesan.

Se plantea entonces una pregunta lícita ¿Y qué pasaría si hubiera intereses sólo de gente pobre? Ahí la dejo.