jueves, 1 de septiembre de 2005
Aunque a nadie parecía importar...
... la música era atronadora. Se bebía, se fumaba, se manchaba, se reía, se golpeaba la gente una con otra intentando bailar, llegar de un sitio a otro, afianzar su posición... En el retumbar de la cabeza de Pablo las palabras se articulaban con lentitud -¿Cuántas copas? Cinco copas... y ésta; seis- Cansado, inexperto una noche más, sus ojos enrojecidos y vidriosos oteanban la presencia de mujeres alrededor, sin palabras. Cuando el sonido ensordece, las excreciones corporales reemplazan los perfumes en una atmósfera espesa de humo, cuando la nicotina y el alcohol adulterado entumencen los paladares, cuando de torpes pasan a bruscos, hasta violentos los tactos, domesticados en la costumbre, nos limitamos a mirar. La escasez de luz confundía los colores de los tejidos en un espectáculo de piel que se desvelaba en volúmenes, queriendo ser carne. Carne que buscaba carne que huía de la carne, seducida por la carne, carne que bailaba extrañada de sí misma...
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