jueves, 1 de septiembre de 2005

Para la prada de la luenga osadía...

... no ve cartel quien de diez oseas causa uno y bien halla una fuente de fino cereal blanco un filamento de buenas intenciones e intachable honor ¿Dónde conduce esto? ¿Dónde me lleva? ¿A qué espera dar lugar? ¿Quién tiene qué sitio reservado? ¿Se pone cada uno o a cada uno en su sitio? ¿Un sitio en el que se ponga pasa a ser su sitio? ¿Qué diferencia existe entre preguntarse y escribir, entre hacerlo y no hacerlo? Las ganas de escribir llevan a escribir. Entonces escribir pasa a significar algo ¿Qué busco en las palabras que escribo? ¿De qué pretendo escapar? ¿Quién ha dicho que las preguntas sean más importantes? Desde luego lo que no significa eso es que preguntar por el hecho de hacerlo valga algo en sí mismo. Ahora bien, lo que se escribe acostumbran a ser respuestas. A la raíz de toda respuesta acostumbramos a postular una pregunta, aunque la desconozcamos... ¿Qué pregunta subyace a esto?

Diálogo ficticio:

A.- A veces, te mataría a polvos.

B.- Espero con impaciencia el momento en que te decidas a hacerlo.

Fin del ficticio diálogo.

¿Por qué me desentiendo deliberadamente de lo que voy escribiendo? Subyace una intención: crear sin pensar, sin esfuerzo ¿Y es eso posible, en este momento en que cualquier cosa que merezca la pena parece surgir fruto del trabajo? ¿Qué les queda a esas personas que sólo trabajaron una vez? ¿Por qué siento com si pudiera seguir escribiendo de esta manera toda la tarde? ¿Qué impulso me empuja a seguir hasta la extenuación, a la busca de palabras, con la esperanza de que todo irá apareciendo? ¿Por qué tengo a personas presentes mientras lo hago? ¿Por qué no dejo de hacerme preguntas? ¿Pude haber ganado un premio literario? Me lo tendría que haber propuesto: nunca podría haberlo ganado sin proponérmelo, no hubiera tenido qué presentar ¿Qué valor hubiera tenido? -¡Hombre!: podría haber ganado- ¿Qué hubiera escrito si lo hubiera hecho para ganar? ¿Un excelente entrenamiento, tal vez? ¡Qué importante es el entrenamiento, aunque sea inconsciente o involuntario! -Puede que precisamente si lo es-.

¿Por qué me llaman para preguntarme algo que podrían haber hecho en cualquier otro momento que, de hecho, ya han hecho antes y cuya respuesta sospechaban (por anteriormente escuchada, seguramanente)? Según Luis, por soledad –y aburrimiento, me atrevería a añadir yo, porque si la soledad es buscada...-. No es por soledad es por aburrimiento. No es la primera vez que me pregunto esto: ¿Qué es, en qué consiste el aburrimento?...

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