
Anidan en mi mente imágenes, palabras, estructuras, que he de desentrañar, de refrescar, de asociar, relacionar. Bucear uno en su propio pensamiento, en su propia actividad para terminar escribiendo algo. Algo como el hambre de creación, el deseo de no tener tripa, de tener músculos, la obsesión capaz de crear, la percepción del control de la grasa, de su presencia, de su eliminación por la propia voluntad intensamene aplicada no en movimientos sino en pura imaginación, puro deseo. Deseo antes de ser materializado, antes de articularse en una acción deseo no-muerte pero cercano de alguna insospechada manera a la muerte. Mi tripa siempre presente, que me recuerda que debo moverme, salir, que me induce a pensar que puede ser limpiada con el aire y el sol de la calle, del parque, con todo el cuerpo en movimiento, con no sólo las piernas, no sólo los glúteos, no sólo los hombros, no sólo los brazos sino todo el cuerpo puesto a nadar o a correr, el cuerpo en un espacio abierto, con más distancia de la que pueda salvar antes de quedar exhausto. La extenuación como catarsis, como victoria sobre mi propia destrucción. El acto de moverse con energía, de correr huyendo del sumidero de mi propia inmovilidad a la que puedo entregar horas de vigilia y de sueño a través de cualquier poderosa herramienta...
Mis ojos cerrados o mi mirada, mi mirada puesta en la pantalla, mis ojos doliendo ligeramente, mi cuerpo que ofrece a la luz su sombra inmóvil, incapaz de mover, de remover siquiera mi conciencia mi consciencia, lo qué sé; que sé lo que no sé. Las teclas que no me dejan pensar, el sabor de un discurso agotado de unas formas que no se pueden retorcer ya mucho más que no conducen ya a ninguna parte. La jaula de la escritura que puede hacerme girar sobre mi propia cabeza, que me puede hacer doler, que produce malestar en la tripa, malestar en el culo, malestar en el bolo. Perdido en su huída de las imágenes, de todo su sí mismo que soy yo sólo en parte ¿y aparte de qué?
La hache es muda y el tecaldo insuficiente como universo de posibiladades. Mirar extraviada-mente el teclado no...
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