
Ahora que no fumo y bebo menos, mis principales fuentes de malestar son la privación de sueño y la carencia de ejercicio físico.
Tampoco diré que este último modo sea bueno, pero existe una diferencia substancial: que es consecuencia no del ocio sino del trabajo. Como, además, la mayor parte de éste se me remunera (si no ¿de qué?), mis padres empobrecen menos, me quieren más y no tengo que hacerles caso.
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