miércoles, 16 de mayo de 2007

La "negación de la vida"*

(*) He colgado esta entrada en atención a Hermite, que no está en condiciones de publicar por sí mismo. El texto es suyo.

Mi idea de la “negación de la vida”, no es la de Nietzche, ¿Negación de la vida a base de religiosidad, de valores antinaturales, anti-obermann?

Voy a desarrollar otra idea.

¿Todo debe orientarse en el sentido de la ética protestante? Los valores positivos, ¿son exclusivamente aquellos útiles?

Esta es la esencia del alma del capitalismo (Weber). ¿Qué puede resultar de la asunción estos “valores” de esta “ética” sin meditar?

Vivimos en una sociedad, ergo, pertenecemos a un grupo. El grupo, como tal es perfectamente concebible que no tenga un nivel de vida homogéneo sino un “potencial” equivalente.

Entre los valores de la “ética protestante”, del “alma del capitalismo” en el sentido que la describe Max Weber, esta el afán de lucro como condición necesaria para la pervivencia de toda organización en el sistema capitalista. En este sistema, si se asumen los valores, la promoción social, puede ser comprendida como la pertenencia a un “potencial” superior. Cambiar en un sentido negativo (según los valores “de lo útil”) debería producir el trauma.

La potencia, el hombre con sus capacidades, el acto, la promoción social. El resultado, ¿forzosamente la felicidad?

Se pertenece a un grupo supuestamente orientado hacia el nivel de vida, algo perfectamente coherente con los valores anteriormente señalados. Se hace el esfuerzo para pertenecer a él, se adquiere ese potencial. Se ejecuta, al menos parcialmente y sin embargo, no se es más feliz.

La única posibilidad es, por tanto, que los valores que se suponían asumían, no se aceptaban racionalmente. La consecuencia: el choque que implica conocer lo absurdo, lo vacío del esfuerzo realizado. ¿Pertenecer a un grupo? ¿El masón, el opus, el partido, el alto funcionario el empresario? ¿Ha bastado el potencial de promoción social para hacer la felicidad? Solo si se aceptan racionalmente la positividad de los valores que son el medio de paso de la potencia al acto.

Por otro lado, ¿son los valores que se aceptan racionalmente compatibles con los valores que se poseen de forma inconsciente? Y en caso negativo, ¿se producirá un trauma si estos son incompatibles? Esto produciría “la negación de la vida”.

La existencia de una sociedad, implica la existencia de unas normas, al menos de derecho positivo, que la regulan. Tales normas, generan una ética positiva. Tal ética positiva genera un cuerpo de valores. Supongamos que tales valores pasan a formar parte de un subconsciente colectivo.

Ahora bien, tengamos en cuenta al individuo. Supongamos que este individuo posee unos valores conscientes diferentes a los inconscientes, he ahí el drama.

Hermite

2 comentarios:

Ángel dijo...

Una curiosidad respecto al tema:

El Diccionario de la lengua española de la R.A.E. ha enmendado el artículo referente a la felicidad. En la primera acepción de la vigésima segunda edición se lee:

felicidad.
(Del lat. felicĭtas, -ātis).
1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

Mientras que en el avance de la vigésima tercera se lee:

felicidad.
(Del lat. felicĭtas, -ātis).
1. f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.

Ángel dijo...

En otro orden de cosas, Jorge. Dices:

“La existencia de una sociedad, implica la existencia de unas normas, al menos de derecho positivo, que la regulan. Tales normas, generan una ética positiva. Tal ética positiva genera un cuerpo de valores. Supongamos que tales valores pasan a formar parte de un subconsciente colectivo”.

No digo que las normas de derecho positivo no puedan “retroalimentar” el proceso pero, tal y como yo lo estudié al menos, la secuencia es más bien: primero ética, una vez que tenemos, podemos empezar a valorar y luego, ya con tiempo, hasta desarrollar un derecho positivo. Por cierto, también hablas de ella y, que yo sepa, no existe una “ética protestante” como no existe tampoco una “ética católica” o “budista” en el mejor de los casos serán sistemas morales pero ética, en principio, no hay más que una. El caso de “subconsciente colectivo” es también el de una expresión contradictoria en sus términos. La subconsciencia hace necesariamente referencia al individuo porque, para hablar de ella, hay que suponer primero consciencia y el colectivo, que se sepa hasta el momento, no tiene de eso. Una cosa es bromear con la idea y otra tomarla en serio. ¿Estabas de coña?

Dices también:

“Se pertenece a un grupo supuestamente orientado hacia el nivel de vida, se hace el esfuerzo para pertenecer a él, se adquiere ese potencial, se ejecuta (al menos parcialmente) y, sin embargo, no se es más feliz.

La única posibilidad es, por tanto, que los valores que se suponía que se asumían, no se aceptaban racionalmente...”.

Pero a continuación te preguntas si valores que se aceptan racionalmente podrían ser incompatibles con otros, lo cual ya sería otra posibilidad.

Vamos a ver; a racional no se le opone inconsciente, se le opone irracional. Así, un mismo valor puede aceptarse racionalmente y rechazarse irracionalmente sin necesidad siquiera de oponer otros valores. Incluso se podría aceptar y a la vez rechazar racionalmente según diferentes criterios de valoración.

Por otra parte, a inconsciente no se le opone racional, se le opone consciente. Y aquí voy a hacer una distinción: no es lo mismo ser consciente de estar uno valorando pero inconsciente del método de valoración (que hasta podría ser racional o tener cierta base racional pero, al no ser consciente de ella, calificarlo como irracional) que inconsciente del hecho mismo de valorar.

Entiendo que cuando hablas de “valores inconscientes” te refieres más a la inconsciencia del grupo dos del párrafo anterior.

Pretendiendo apartarte de Nietzsche, te has dado de bruces con él, porque señalar el conficto que se deriva de intentar alcanazar un estado de grata satisfacción espiritual y física desarrollando un sistema de valores que, posiblemente, ignora factores irracionales es casi parafrasearlo.

En todo caso, es un hecho empírico que estas cosas no producen necesariamente un trauma, porque todos las hacemos y no todos estamos traumatizados y negamos la vida.