
Se dice que, a partir de una determinada hora de la noche, las chicas que merecen la pena ya se han emparejado y el nivel de desesperación entre las que quedan sin hacerlo es creciente. El hecho de que no haya ocurrido puede indicar que no son lo suficientemente atractivas y esa duda las corroe, además, los individuos que quedan son progresivamente más borrachos, feos y maleducados… a esa hora cualquier cosa vale. El panorama que se les presenta no es nada halagüeño. Supongamos que las chicas se lo creen, entonces podrán pensar -no quiero ser un saldo, no me conformo con ser la enésima opción de un asilvestrado gañán cualquiera- y preferirán una retirada estratégica. Supongamos que los tíos piensan igual –a esta hora, a la que se queda le vale cualquier asilvestrado gañán así que, a trincar que está barato- y no se andarán con demasiadas contemplaciones, maniobras ambas con las que convertirán la hipótesis en un hecho cierto; a una hora determinada no quedarán más que “saldos”2.
Supongamos ahora una hipótesis alternativa: “lo bueno se hace esperar”. Ellas en vez de creerse la anterior se quedan con ésta y piensan –soy una chica que merece la pena, no me conformo con el segundo o tercer asilvestrado gañán que se me acerque- y preferirán una espera prudente, y ellos –si han aguantado hasta esta hora, es que no les vale cualquier asilvestrado gañán, tendré que dar lo mejor de mí mismo- y procurarán ser exquisitos, maniobras ambas con las que convertirán la hipótesis en un hecho cierto; a una hora determinada sólo quedarán las mejores, las que más se hacen esperar. Personalmente no me creo ninguna de las dos pero he reconocer que la segunda garantizaría diversión hasta el final, no así la primera que es, por otra parte y a la sazón, la hipótesis dominante.
1.- Efectivamente: era un juego de palabras.
2.- Para las que se estuvieran preguntando si, a la inversa, a los tíos les debería pasar tres cuartos de lo mismo, baste decir que la hipótesis resuelve el dilema de un plumazo respondiendo que sólo en la medida en que esa diferencia de 1/4 justifique la proporción tías/tíos de 1/8 ó 1/9 que se puede dar en un garito a la hora de los saldos.
2 comentarios:
Me he explicado mal. Yo en la entrada me refería a ejemplos de hechos con la característica de que, para ser ciertos, basta con que se crea que lo son. Me encajaría tu ejemplo si en Filipinas ocurriera que tener un Ferrari amarillo fuera un problema en la medida en que la gente pensara que lo es.
Por ejemplo. Supongamos que en Filipinas la gente piensa: "alguien que tiene un Ferrari amarillo no es de fiar". Si yo tengo un Ferrari amarillo en Filipinas la gente no se fiará de mí y, efectivamente, no seré una persona de fiar en Filipinas.
Otro ejemplo pero al contrario. Supongamos que en Filipinas la gente piensa: "alguien que tiene un Ferrari amarillo es digno de toda confianza". Si yo tengo un Ferrari amarillo en Filipinas la gente confiará en mi.
Tener un Ferrari amarillo no es, en principio, intrínsecamente bueno ni malo pero basta con que la gente lo piense para que sea una cosa o la otra.
Ahora un hecho que no tiene la característica de los dos anteriores. Supongamos que en Filipinas la gente piensa: "alguien que tiene un Ferrari amarillo puede circular por nuestras carreteras sin límite de velocidad ni riesgo alguno". Si yo tengo un Ferrari amarillo en Filipinas y lo conduzco a 275 km/h, pese a lo que la gente piense, puedo morir en accidente de tráfico.
En muchos problemas sociales uno puede encontrar fenómenos de la naturaleza de los dos primeros ejemplos. El que citaba medio de pasada en la entrada de la homosexualidad también me parace claro: si la sociedad piensa que la homosexualidad es un problema, automáticamente lo empieza a ser ¿Qué problema tiene la homosexualidad? Que la gente piensa que es un problema.
Seguro que los que hayáis estudiado economía y derecho os habréis encontrado con hechos de esta particular naturaleza.
Un saludo para los propietarios de Ferraris amarillos de Manila y otro abrazo.
"Estoy convencido de que se habrá escrito bastante al respecto pero no he estudiado tanto como para saberlo. Me refiero al tipo de hechos que, para que se den, basta con que se piense que efectivamente suceden."
Karl R. Popper se refiere a esto como "efecto Edipo" (La miseria del historicismo. Karl R. Popper).
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